donde me siento seguro.
En el mundo hay un lugar....
Un lugar junto a ti.
El lugar es en tus brazos,
cuando me rodeas y me disuelvo,
cuando mi mente se subleva
al sentir del cuerpo, del corazón.
Cuando me abrazas soy... feliz
feliz sin importar el mal que cargo,
feliz sin importar el mal alrededor,
porque alrededor solo están tus brazos.
Me siento en la realidad, cómodamente dopado
en la realidad de un sueño que se escapó de la oscuridad
y consiguió hacerse masa, en ti, alrededor,
Y lo siento así, en mí, en ti... real.
Cuando me recuesto suavemente en tu hombro,
para cerrar con fuerza los ojos y seguir consciente,
de lo que pasa, que me abrazas,
y ser feliz con la luz del alma.
Cuando cierro mis manos en tu espalda,
por un gesto invisible, automático,
y las abro así, sin pensar,
para sentir que tu cuerpo es real.
Cuando me acercas como nunca he podido
a ti, a tu ser y tu gracia,
se siente, simplemente, maravilloso,
y me siento, sublimemente, amado.
No sólo, sino en ti, y por tanto acompañado.
Protegido, querido, por tu cuerpo arrullado.
Con el alma tranquila y dispersa, sintiéndote,
acariciándote, con el alma.
Contándote eso que no te he contado,
sin palabras y sin oraciones,
con el puro idioma que no se escucha ni se entiende,
el idioma que mi alma conoce y por mi cuerpo expresa.
Sintiendo tu amor, tu cariño y empatía,
esas ganas tuyas de decir que igual lo sientes...
Esas cosas que no son reales nunca,
hasta que me abrazas, y todo es en realidad.
Sintiéndome en poder del más cálido Morfeo,
bajo el yugo de una prisión que no se ve
bajo tu encantadora voluntad...
Que pide, de repente, dejarme libre.
Que de repente me hace volver a la realidad real...
Cuando me dejas de abrazar.
~ Y resulta que el abrazo
no es más que un poema.
Una oda a algo
que habita dentro,
porque en mucho tiempo
no ha conseguido salir,
y ser así, la real fantasía.
Ya no has querido.
No sé por qué.
Pero no has querido...
No has dejado que esto escrito
deje de ser un vago recuerdo.
Vago, pero igual de intenso
que aquel 3001. ~
