Unas eternidades más


¿Cuantos días van?
No he contado desde los cuarenta.
¿Cuantos serán?
La vida, ella ya lo sabrá.

He luchado y soñado, he vivido, he despertado y me he echado a dormir, he cerrado los ojos al mundo y me he arrancado los párpados de golpe, como nunca y siempre, tantas veces como mi ser mismo me lo dejó hacer. He seguido siento tan común como mí mismo y tan singular como cualquier humano. He continuado mis respiraciones sin suspirar, mis pasos sin desvío hacia la misma nada de la que vengo en donde quiero sembrar mi árbol, el retoño que tengo cuando no estás, el sueño que poseo, el que distrae a mi naturaleza de múltiples y condenadas figuras de ajedrez.

¿Cuanto más será? Sé que algún día mi camino se desviará por un efímero momento para encontrarse con el tuyo. Me lo digo, es posible, quizá sea al bajar estas escaleras, que te vea y desvíe la mirada para volver a posarla en ti, a atravesarte con ella y tratar de descubrir lo que nunca vi. A tratar de observarte, para ver que existes, que eres real, que fuiste y sigues siendo... Que sigues caminando, soñando, luchando por tu sueño en turno, rindiéndote ante la felicidad, ante el paso adelante, rindiéndote a la vida... Viendo como sonríes mientras muestras la misma espalda que siempre me diste.

Algún día será. Pupila frente a pupila te diré lo que he callado tanto tiempo a pesar de habértelo gritado siempre... pupila a pupila te besaré como siempre temí hacerlo, besaré con la mirada, poseeré tu minúsculo momento de atención que hará valer las indiferencias absurdas que tanto me dolieron... Que en otros momentos hicieron secarse estas mismas pupilas, después de amargos tres minutos. Después de hondas observaciones al interior del alma. Al interior de mis deseos. Al interior de mí mismo.

Pupila a pupila, volaré con las alas que me negaste, algún día será...
Y tus negras plumas se caerán cuando voltees la mirada y te desvanezcas entre las manos de mi pensamiento, para alimentar el gran cementerio de las ilusiones muertas, reproducidas por ti.
Para darle abono al retoño que plantaré en la nada a la que voy.

La nada a la que voy... La nada llena del recuerdo, de la misma ilusión que siempre fue.

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