Boceto

Dibujemos. Aquello que logramos crear un día, sí, la ilusión transmutada, transgredida, violada por nuestras pecadoras voluntades. Transgredamos esta caricatura de realidad. Rompe el velo que las separa, cruza la línea, cruza el abismo, sólo el pequeño paso que separa estos mundos. Atrévete. Atrévete a jugar con la humanidad como los pequeños muñecos que son, a dejarlos tirados a todos, en el rincón donde nadie ve. Atrévete a arrojarlos donde nos han arrojado, en el destierro de lo que no se debe, de lo que no se puede, de lo que no se hace; de lo que no es verdad ni para ti ni para mí y a nosotros nos vale porque no existimos, tira lejos el individuo de teflón y junta tu piel a la mía. Tíralos, tíralos lejos y que el viento se los lleve. Toca mi mano, tu derecha en la mía, tu izquierda llevando aquello en sentido del viento fuerte que no te da tregua, en el sentido del agua que corre bajo tus pies, que te golpea la cara, que acaricia tu cuerpo por el efímero momento para llevárselo todo. Lejos, muy lejos. Arrojado que quede todo, a donde el niño arroja su mochila cuando vuelve de la escuela, a la más miserable y merecida indiferencia y que nada nos importe, que nada ni nadie nos juzgue, ni esas horribles entes que se hacen llamar conciencias, razones y nociones de lo correcto, que nada ni nadie se meta a controlar las cuerdas de estos cuerpos otra vez como siempre. Cortémoslas y manejemos nuestras marionetas por nosotros mismos como no es posible, hagámoslo como no se puede hacer. Dibujemos un boceto de felicidad, yo la sonrisa animal en tu cara, tú la complacencia en la mía, los sentimientos nuevos a cada momento, las sensaciones novatas, los nuevos lugares, las nuevas formas, las nuevas texturas, la nueva manera de jugar a que somos artistas grandes y capaces de más que nadie. Dibuja mi cuerpo, detalle por detalle, uno por uno de estos cabellos que se enredan sobre el otro, cada centímetro, cada nota que emane de mi boca, cada clave tarareada por mis dedos en tu espalda mientras me dibujas con esa ternura violenta, esa tiza rojinegra de sombras y oscuridades completas, de gemidos, impresiones, respiración pausada, corta, que suena más que nunca como luchando con los laberintos infinitos de tus interiores, de tus pensamientos idos, de tus emociones agolpadas en la salida de tu boca, de tus ojos cerrados. Dibujémonos, uno al otro, con mis caricias lentas que aceleran, a tu costado y al frente, remarcando tu contorno perfectamente proporcionado para caber en mí y que yo encaje justo cual pieza del más hermoso rompecabezas. Déjame dibujar un pequeño camino a tu alma que se escapa, que se escapa cuando nadie ve, cuando todos están tirados en el rincón oscuro, el frío recoveco de indiferencia que a todos gusta. Déjame llegar a ella, sostenerla, escucharla suavecito con las risas que se escapan, que emocionan, con su lenguaje de señas que entiendo, que sé, que es lo único que sé en este mundo. Dibujemos el cuento de una vida juntos, amor, cada letra del felices por siempre con cada suspiro que escape y que no dejemos ir. Dibujemos la canción que nos sabemos los dos, amor, y tú un arco y yo el otro del símbolo cliché, las alas de nuestra libertad a la nube más cercana para parar ahí a un descansito antes de cruzar por la vida, antes de morirme por un rayo que me encuentre con mi boca estampada en la tuya, con mis brazos sobre tu abdomen, o mis manos en tus mejillas, o en tu pelo, o donde sea que trate de sentir el olor de ti, el lenguaje de tu alma que me sé perfectamente, donde habla con la mía, sintiendo todo, sabiendo todo, teniendo todo. La obra de arte, dibujemos la obra de arte que es este rincón de soledad en el otro, amor, que el artista del carboncillo eres tú, el cielo, la vida, la gracia, el cariño y el placer, la timidez contenida como nunca, el escape infame del mundo. Dibujémonos juntos de nuevo, el amor efímero, al fin y al cabo el viento se lleva a todo, y todo será, será el fue, será el lindos momentos aquellos, el recuerdo nostálgico, el dolor, la lágrima, la sangre, la experiencia, que al fin y al cabo el arte de amar es efímero como tu nombre en mis labios, que todo será, y no vale nada que me valga tanto porque te amaré estos minutos hasta que terminemos de dibujar en el suelo, en la pared indiscreta o una hoja de papel que perderé o que irá a la basura, y venga la lluvia, y venga el viento, y vengan las pisadas horribles de tantas suelas de zapato que cobren venganza sin saber siquiera y todo acabe por siempre, hasta que otra eternidad nazca.

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