El fantasma de las navidades pasadas
Publicado por Cronopio azul en 1:51
Todo bien, bueno, poderoso y saludable. El momento justo, exacto, la ínfima milésima de segundo correcta en donde se concentraba mi ser, mi vida, mi mundo, todo. Los cuatro puntos cardinales de la rosa apuntando sobre sí, a ese lugar, a ese instante, a ese cubo de hielo en la eternidad. La luz emanando y regresando a su fuente, sin atreverse a desobedecer a su amo y señor, su yo mismo que la devolvía en sus pasos a fundirse en la dualidad con la oscuridad húmeda de una calle en pendiente. Todo perfecto. Armonioso. Bello.
El agua goteando con musicalidad, la del desorden de la lluvia en el desierto olvidado del cielo. Los pasos silenciosos. La cabeza baja. El jugar incesante de posiciones entre tú y yo. Tú atrás, evalúo. No. Yo atrás, evalúo, no, después. Piensa clara y fríamente cada movimiento. La siguiente. El siguiente.
Ya, que de chingaderas nos vamos a dejar. El momento justo es ahora. El más perfecto y especial de mi vida, aquí, aquí seremos uno en el big bang de toda una vida nueva como cada 17 y cada 9 y cada lunes y martes y los siguientes, los siguientes comienzos. Júntate. Cerquita. Yo a ti. El momento justo, el instante perfecto, más que nunca, el que no se podría repetir en ningún otro lugar, el lugar que no podría estar en ningún otro momento...
El puñal por mi espalda, con mi mano, y el big bang te estrella al abismo más profundo y alejado de mí. Y todo se va. And myself is killing me and you... where are you? どこ行きの。。。
Todo blanco. Todo vacío. Todo silencio. Y puedo ver el escarlata brillante de las gotas parsimoniosas bajo mis pasos. Y puedo ver mis sombras en las cosas que no están. Que se van sin irse. Sombras de las sombras de las sombras, una por cada momento que se encadenó a la carrera del abismo. Y puedo sentir el bajo mundo social que no me atrapa más que en sueños de veinte minutos. Y puedo escuchar mis lamentos y las cadenas que no me dejan salirme de mí mismo.
Puedo verlo todo, y más que eso. El escarlata que chorrea y marca sin piedad la misma ruta del bucle de mi vida. El círculo eterno. Espiral. Vorágine. Hacia el centro voy.
Ahí, el agujero negro de mi conciencia.
El agua goteando con musicalidad, la del desorden de la lluvia en el desierto olvidado del cielo. Los pasos silenciosos. La cabeza baja. El jugar incesante de posiciones entre tú y yo. Tú atrás, evalúo. No. Yo atrás, evalúo, no, después. Piensa clara y fríamente cada movimiento. La siguiente. El siguiente.
Ya, que de chingaderas nos vamos a dejar. El momento justo es ahora. El más perfecto y especial de mi vida, aquí, aquí seremos uno en el big bang de toda una vida nueva como cada 17 y cada 9 y cada lunes y martes y los siguientes, los siguientes comienzos. Júntate. Cerquita. Yo a ti. El momento justo, el instante perfecto, más que nunca, el que no se podría repetir en ningún otro lugar, el lugar que no podría estar en ningún otro momento...
El puñal por mi espalda, con mi mano, y el big bang te estrella al abismo más profundo y alejado de mí. Y todo se va. And myself is killing me and you... where are you? どこ行きの。。。
Todo blanco. Todo vacío. Todo silencio. Y puedo ver el escarlata brillante de las gotas parsimoniosas bajo mis pasos. Y puedo ver mis sombras en las cosas que no están. Que se van sin irse. Sombras de las sombras de las sombras, una por cada momento que se encadenó a la carrera del abismo. Y puedo sentir el bajo mundo social que no me atrapa más que en sueños de veinte minutos. Y puedo escuchar mis lamentos y las cadenas que no me dejan salirme de mí mismo.
Puedo verlo todo, y más que eso. El escarlata que chorrea y marca sin piedad la misma ruta del bucle de mi vida. El círculo eterno. Espiral. Vorágine. Hacia el centro voy.
Ahí, el agujero negro de mi conciencia.
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