Espontaneidad de la planeación
Publicado por Cronopio Azul en 21:18
Ya casi son las 12. Debo apurarme si no quiero llegar tarde.
Siempre pasa esto, aunque ya me estoy acostumbrando. Este nuevo horario es algo extraño para mí.
De todos modos salgo con tiempo para subir al auto de mi mamá para que éste arranque con su ruido tan característico, y tan, tan molesto. No me gusta salir en auto a una avenida como Colón, con sólo abrir la ventana me llega un olor a combustible quemado y aceite de motor que no soporto. Es peor cuando todos suenan su bocina intetando que el mundo gire más deprisa con ello. No lo hará, nuca lo hará. No se gira con sonido, se gira con voluntad. Es tan difícil de entender... ¿Es tan difícil?
Creo que cada claxon presionado es un grito de desesperación... otro más que nadie escucha sin responder con otro grito. Un grito de desesperación de no poder encontrar aquello que no sabemos cómo se llama, cómo es, cuándo se ha perdido y porqué lo buscamos. Uno más que ni el emisor puede escuchar.
Llegamos a la parada. Como siempre el camión "de ruta" está esperando pasajeros. Yo soy uno de ellos, así que trato de subir abriéndome camino entre mis dos mochilas y la carpeta que llevo cargando. Por lo menos puedo conseguir mantener el equilibrio.
Y tomo mi lugar. Siempre elijo uno del lado de la ventanilla izquierda, a mediación del camión. No muy atrás, no muy adelante, con vista y a veces, un poco de viento. ¿La razón? El primer día lo hice así, y no hay razón para cambiar. Soy de costumbres por más que me duela admitirlo.
Y el camión se mueve, después de haber recogido algunos pasajeros, estudiantes casi todos. Uno que otro trabajador, una que otra señora con sus hijos también. La igualdad entre hombres y mujeres es un hecho constitucional, pero en la práctica se dista mucho de ver a algun hombre con un niño agarrado de un brazo y con un bebé en el otro.
Unos cientos de metros después, otro trabajador. No obrero, no administrativo. Un trabajador dispuesto a ejercer de inmediato su improvisado oficio con sus únicas herramientas: una guitarra en mano y una voz firme en la garganta.
Toma un lugar, y empieza a trabajar. Interesante canción... Alentadora para cualquier mujer. Una de esas del tipo "Tanto les debemos, y con tan poco les pagamos". No se suelen escuchar canciones así.
Canta otras cuantas canciones, algunos fragmentos. Y después procede a desocupar su lugar para cobrar su sueldo. Un sueldo pedido de favor, incierto, injusto quizá. Unos cuantos pesos que le son otorgados por sus servicios no solicitados. Dos pesos con cincuenta centavos de mi parte, lo que me quedó de la moneda para el pago del pasaje. Da las gracias, y se va, por la puerta trasera del autobús, a esperar cualquier otro, a cantar quizá una nueva, quizá la misma canción, para seguir cobrando un sueldo incierto que quizá sea para él, quizá para una esposa, quizá para un hijo que lo necesita.
Y el camión sigue su camino. Dando trabajo al payaso del monólogo, al vendedor de gelatinas, al de aguas embotelladas, a un cantante a capela, a una madre e hijo para una entretenida escena.
Quizá sea incómodo recorrer media ciudad de Monterrey a bordo del transporte público. Pero es algo que hace observar elementos invisibles: Hay autos nuevos rodando por las nuevas vialidades, enfrente de los nuevos centros comerciales, de los edificios elegantes, de los pequeños locales transnacionales. Y claro que hay personas buscando comida entre basura. Claro que hay personas con los puentes viales cuales techos y bancas públicas como camas. Claro que hay personas pidiendo limosna en las esquinas. Claro que hay niños y adultos tratando de sobrevivir entre la indiferencia -Tratando de escapar de los monstruos que nadie ve-. Claro que somos afortunadísimos por preocuparnos por tareas, por trabajos y exámenes, claro que somos afortunadísimos por preocuparnos por la conexión a Internet, por las salidas de los viernes, por la ropa sucia.
Claro que somos afortunados por vivir aquí, así, pudiendo leer esto.
Sin embargo, más que esto, algo me queda claro.
Claro que todo se puede mejorar.
Y claro que hay una sola persona que puede hacerlo.
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1 comentarios:
wooooooww...!!! me ha encantado...!! q manera de plantear lo que vemos en solo un poco de tiempo de nuestra vida cotidiana...
desde luego que conozco a la perfeccion quien es esa persona que puede hacer que esto mejore... ya mismo me propongo a presionarla para que empiece a hacer la diferencia... gracias por regalarnos este "despierta!!"...
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