Ojos que no ven, corazón que no siente

"Monterrey es la segunda ciudad más segura de América Latina"...


Y ¡zas! Pareciera que fue el gatillo que detonó la ola de violencia... una ola que más bien es subida de marea: Una ola que nunca nos dejó, ni para extrañarla por una semana, como la vieja amiga de la cotidianidad a la que peligrosamente nos debemos. 


Es el precio que se paga por declarar el oasis a un año de imprimir la arena en dos millones de kilómetros cuadrados de desierto: desierto de guerra, desierto yermo. Más aún, desierto del que todos beben sin saber, sin ver el calor... sudando en la triste ignorancia del miedo. 

Ya van tres años. Van tres años desde que el Estado Mexicano, al mando de Felipe Calderón, se abalanzaba a una Guerra aplazada que no parece vislumbrar fin. Tres años desde aquel 11 de diciembre en que México decidía llevarse al precipicio la vida: Ya era hora. Tres largos años de muertes a gotas que se convirtieron en genocidios a torrentes, en cortinas de humo diarias, en finales de fútbol y pases al mundial al mismo tiempo que las balaceras, al mismo tiempo que los estallidos de la guerra. Ya van tres años, miles de muertos, desaparecidos, miles de supresiones humanas cual aplastadas por el dedo de Dios... miles de coincidencias, de balas perdidas, miles de hijos y padres, miles de fuegos cruzados, miles de cristales rotos y caravanas camufladas en las calles, peléandose a piedras encendidas con los mismos encapuchados, asesinos, los mismos malos de siempre.

Los saldos hasta este día no son alentadores, ni los hechos. El estado Mexicano, oficialmente apoyado por su vecino norteño, Estados Unidos, no ve fecha ni batalla clave: Los únicos resultados han sido un aumento en el consumo de drogas y más de 10,000 muertes que aumentan diaria y exponencialmente en los dos millones de kilómetros cuadrados que forman el campo de batalla. Uno de cada diez es un empleado del gobierno. El segundo, es un civil. Los demás, narcotraficantes, sicarios, delincuentes de cualquier rubro. Por lo menos eso le consta a la PGR. Los datos son alarmantes, como cualquier conjunto de datos relacionado con este País. Pero no tanto como el hecho de que esos muertos son noticia diaria, de que esos muertos en balaceras aquí o allá, en Durango, Laredo o Juárez, afuera de nuestra casa, son el pan de cada día, pero el pan desechado. Los noticieros hablan: hablan de hechos y acciones, de reconstrucciones de escenas y de quién va a pagar los daños...

Pero no mucho: hay que dejarle espacio al tipo del popurrí para que nos cuente qué hizo con el copyright de las canciones, o... Dios, ¡sorpresa! Nuestro Rodrigo GoGo abre a TV abierta el partido de la final, Cruz Azul VS Monterrey. ¿Qué pasa si le preguntamos al señor Medina sobre las acciones planeadas para la seguridad? ¿Qué pasa si preguntamos sobre sus reacciones frente a los enfrentamientos armados de cada semana? Nada. No pasa nada, por que aquí no hay nadie que pregunte. Es que... ¿Para qué agobiar más con ese tema? Le dimos los diez minutos de rigor, la madre de la mocosa está muerta y la niña hospitalizada, se paga lo que se tenga que pagar y ya, ¿entendido?

Más que la gran ola de violencia que agobia (entenderse: aterroriza, paraliza, quiebra) a los mexicanos, lo preocupante es que la ola ni es una ola, ni nadie parece darse suficiente cuenta para alertar y poner la bandera roja de marea alta. Lo preocupante no son los enfrentamientos, los balazos, los muertos... Lo preocupante es la sutileza con que se maneja todo en esta tierra bendecida pos Dios: ¡Inauguramos el Mundial!, la noticia con que abre el noticiero nacional más local y chilango que nada; ¡Pasamos a la final!, la noticia más conocida y alardeada que opaca a los doce muertos al sur de la ciudad. Lo preocupante no es ver tanta violencia: Es NO ver tanta violencia. Lo preocupante es que la guerra congela, descompone, desahucia, asesina, vuelve loco al beligerante cualquiera. Y más aún, lo preocupante es tanta preocupación, y nada, nada de acción, nada de voz, nada de alarma ni manifestación: Nada. A pesar de que México es un país con una libertad consignada en una constitución, joven en sus mejores tiempos, esta misma libertad está simplemente a modo de adorno con los bellos números ordinales 6 y 7. Libertad, a doscientos años, es una cosa de anuncio y propaganda, perdida entre las luchas de los diputados por lograr una cadena perpetua que sepa a qué chivo expiatorio se aplicará.

No es sólo una ilusión: Reporteros sin fronteras encuentra aquí su límite, en una nación donde la burocracia, la corrupción, la guerra y sus ingobernables efectos la colocan en el lugar 138 en el listado de países por libertad de prensa. Sólo Cuba nos gana en ese aspecto si hablamos de América, y no se ve lejana la fecha en que quedemos en el honroso primer lugar por voces calladas a amenazas, sobornos, extorsiones y balazos... Por gritos de angustia, de desesperación, por llamadas de acción inteligente y audaz hacia los mismos oídos sordos que arreglan las cosas a balazos.

¿Qué pasa con esta muestra de humanidad? Nos está llegando la guerra que ya no se puede callar, por más cortinas y coincidencias: Cual niebla densa que nos despierta a golpes fríos, la guerra se mete a luchar de lleno no sólo teniendo dos millones de kilómetros cuadrados de campo de batalla, sino a cien millones de beligerantes, aunque sea pasivos, aunque sean sólo para engrosar las filas en el otro mundo. Nos está llegando tarde el aviso de tragedia: Ya no podemos evitar vivir sin vida este ambiente con olor a pólvora. Y aún seguimos, por que si hablamos susurramos, y esos susurros son callados así, fácil y fugazmente, con la misma arma eficaz del miedo y la desesperación por sobrevivir. O nos callamos, o nos morimos aquí mismo. Nos queda sólo rezar silenciosamente por la paz, mientras nos ahogamos en las penas de las mismas telenovelas de siempre y nos reconfortamos con las compras de navidad. Eso sí, si es que nos atrevemos a salir a la calle: No sea que seamos nosotros el próximo blanco aleatorio de otra bala perdida.-

3 comentarios:

Allez Alle dijo...

no me lo tomes a mal
pero o-o me choca leer tus criticas politicas, sociales y ese rollo
...
nada en contra de ti, lo sabes
xD yo te adoro ^^
pero la critica politica me caga ¬¬
tu sigue =), yo simplemente hare com que no vi nada
uno de estos dias juro que lo leeo, pero... hoy no, mañana tampoco, uno de estos días.
Chao!

Unknown dijo...

Efectivamente, a críticas sensatas, oídos sordos...
Así es como está y ha estado México siempre, pero pues ya nadie hace críticas sensatas (mas q tú), y a los q sí los callan, como dices tú... pff! qué va a ser d nosotros cuando crezcamos? (m refiero a edad, no a estatura xD)

cuídate niño, amé tu blog!!

Anónimo dijo...

digan lo que digan yo amo tus criticas, me hacen reflexionar.
no cambies tu eres grandioso tal y como eres y lo sabes...
te quiero... eso tambien lo sabes :P
cuidate

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